En el Amazonas, a parte de otros muchos pueblos, están los Shuar. Nosotros los conocemos más por los Jívaros (nombre dado por los españoles) y los conocemos más aún por su costumbre de cortar la cabeza de sus enemigos y reducirla.
Se trata de un pueblo que originariamente estaban situados en la parte del Amazonas ecuatoriano, hacia el Oeste de la gran Cordillera. Su economía se basa, como muchos otros pueblos, en la agricultura, ganadería y caza.
Como ya he comentado, lo más característico es su ceremonia de reducción de cabezas. A este ritual se le llama "tsantsa". Estaba ligado estrechamente a su religión, que se asentaba en la creencia de que había tres almas: neka, la arutam y la muisac.
El alma "neka" es la innata, mientras que la "arutam" es la que se debe adquirir en un proceso muy largo. La última es la más relacionada con la ceremonia "tsantsa", ya que se desarrolla en la cabeza.
Para ellos, el alma "muisac" reside en la cabeza de los enemigos, que una vez muertos, pueden volver para vengarse. Por ello hacen el proceso de reducción de cabezas y colocarlas como trofeos.
La reducción de cabeza o ceremonia del "tsantsa" era un proceso largo y trabajoso, dentro de una celebración mágica en la que se debían recitar canciones rituales. Primero, se cocían los párpados y se tiñe la piel de negro, para que permanezca su espíritu en la oscuridad. Los huesos del cráneo se deben retirar, mientras que los ojos y los dientes también se quitan (se lanzan a las anacondas de los ríos, que son animales sagrados).
Una vez que se hace eso, se hace un corte en la parte posterior del cráneo donde se coloca un lazo y se envuelve la cabeza en una tela y se guarda en un frasco de barro.
Una vez hecho, esto, empieza el proceso de reducción. La cabeza se debe desollar (quitar la piel, se entiende) por lo que hace un corte en la parte posterior y separa la piel parte por parte. Luego, meterá la cabeza en agua hirviendo para no perder el pelo, dentro de una olla con un jugo de liana o chinchip (según ellos).
Como todos sabemos, en agua hirviendo las cosas encogen, por lo que la cabeza pasado el tiempo empezará a encogerse. Hasta que no se vea que se ha reducido considerablemente, no se saca.
Una vez reducida una parte, empieza a raspar su superficie y cose los orificios de los ojos y de la parte posterior. Para que la cabeza no se deforme, se introducen unas piedras calientes por el orificio del cuello y se quema el vello del rostro.
Posteriormente, se cierra el agujero del cuello y por la boca, se rellena la cabeza con arena caliente que al enfriarse se vuelve a sacar. El uso de la arena caliente permite que se puedan moldear los rasgos y, al secarse, se preserva para su conservación.
Una vez realizado eso, se cosen los labios y la piel se tiñe de negro, para que así no puedan ver y estén en la oscuridad.
Estas cabezas son un trofeo (en las celebraciones los guerreros se las colocaban como collares porque así expresaban que eran grandes guerreros) y además con su reducción, encerraban el espíritu del enemigo en ellas.